lunes, 13 de enero de 2014

pude ser diamante pero me negué a pulirme.

Cuando el mañana te la suda, para la mayoría te conviertes en un tipo extraño, te refugias en ti mismo, empiezas a encontrar la felicidad en la soledad, en las cosas sencillas, como dar un paseo bajo la lluvia por las calles de Madrid, encontrarte viejos conocidos, saludar y sonreír falsamente, sin esperar nada de nadie, ni siquiera de ti mismo. Cada día odias más todo, pero incluso el mismísimo suicidio deja de ser una opción cuando te das cuenta de que son demasiados trámites, y decides acudir a la autodestrucción como salvación, acabas siendo el condenado y el verdugo. Buscas atajos con tal de no llegar a viejo. Vives cada noche como si fuera la última. No aprendes de los errores, porque tiene más peso el buen rato que has pasado que las represalias que se dan después. Y así caes día tras día en la tentación de destruirte, no tienes nada ni a nadie, y ya todo el mundo se da por vencido en cuanto intentan cambiarte. Podrías quejarte de no haber hecho lo habitual con tu vida, pero no, al final, a base de ruina, hemos conseguido la vida que quisimos desde el principio, somos de esos que amamos los días grises, no dependemos de nadie, son vidas tristes pero por eso mismo los momentos felices destacan más, somos los que más hemos vivido, y no cambiaría esta mierda de vida, porque sí, son sonrisas falsas, pero en gente real.

sábado, 11 de enero de 2014

Tú y tus ojos verdes, yo y mi parte oscura.

¿Que porqué me autodestruyo? sencillo, antes de que me mate el tiempo ya me mato yo.

"Debo ser masoca, quizá lo seas tú chica, por dar tu corazón al más cabrón de la cloaca"

No sé porqué, pero todavía no he conseguido que me entre en la cabeza una sola razón por la cuál me puedas querer. Lo bueno de no tener nada bueno, es que no te quieren por interés. Pero es que te miro y me siento poca cosa para ti, tus ojos verdes frente a los míos de oso panda, tu vida con responsabilidades frente a la mía de hacer lo que me dé la gana, de no aparecer por casa, de no hacerle caso a nadie, porque no, porque ¿para qué?. No sé qué me has visto y porque sigues a mi lado cada día, perdonándome una tras otra y dándome oportunidades sin merecerlas, perdona si cuando me enfado grito, o si cuando la lío te preocupo, ya sabes que en el fondo no soy tan capullo. Soy de esos que decidieron elegir el camino equivocado, aún sabiendo que era así, y todo por vivir el día a día sin pensar en un futuro. También sé que en algún momento te perderé y es lo que más temo, no me pidas que cambie, porque no puedo hacerlo , en el fondo debería obligarte a buscar a alguien que estuviera a tu altura, pero supongo que soy demasiado egoísta como para hacer eso.