jueves, 24 de abril de 2014

La muerte viene a buscarme y el cubata a la mitad

Nunca conseguí completar una colección. Solía coleccionar cosas bastante absurdas, paquetes de pañuelos que nunca secarían mis lagrimas, postales que nunca escribiría, perfumes que jamás nadie disfrutaría, o incluso chapas de latas usadas, que ni siquiera podría decir su utilidad. Debí aprenderlo de mi madre... ella coleccionaba libros de cocina, guías turísticas de los lugares que había visitado o cartas de su adolescencia.
No sé que me pasó, ni porqué la gente cambia, pero cambié coleccionar ese tipo de cosas por otras que me hicieran recordar momentos o personas, a veces revuelvo todo y encuentro objetos que aún me hacen sonreír, alguna agenda antigua, millones de dibujos, la sudadera de algún chaval o simplemente recuerdos.
Al fin y al cabo, todos somos coleccionistas de recuerdos, es más, la vida se basa en coleccionar recuerdos y quizá la muerte también, no sé. Pero... ¿Qué será de nosotros cuando olvidemos hasta la muerte? Sólo quedarán canciones y viejas fotos darán fe de lo que hay y lo que queda.